En Avenida Matta, al llegar a calle Carmen, la Casa de la Cueca alberga cada semana los sones de Los Rumberos del 900, que dejan oír sus bronces, teclados y percusiones a transeúntes y comerciantes sorprendidos con el resurgimiento de ritmos tropicales que parecían haber abandonado la bohemia santiaguina durante la década del sesenta.
¿De dónde vienen esos sones? Cruzando la puerta de madera que antecede una larga escalera, los sonidos de Los Rumberos del 900 envuelven los rincones llenos de memoria visual de la Casa de la Cueca, que se deja seducir por lo mejor del repertorio tropical de la primera mitad del siglo XX, en un ensayo que espera ansioso una nueva oportunidad para re-enamorar y poner a bailar a nuestra “vejentud”, como llaman los rumberos a los abuelos, su principal audiencia.
Y es que el repertorio que montan Los Rumberos del 900 rememora los años dorados de la bohemia santiaguina, ritmos bailables principalmente de los años ’40 y ’50, décadas en las que el mundo entero se rindió ante las sonoridades y expresiones bailables del repertorio afrocubano y luego afrolatinoamericano de salón.
Sus músicos, patrimonio oral de nuestra cultura musical popular, son testigos vivos de esa antigua bohemia, conocedores de primera fuente del proceso de llegada y apropiación de los ritmos tropicales, y por tanto, protagonistas de lo que podemos llamar los albores de nuestra cumbia “a la chilena”.
En la antesala de la “cumbia chilena”, a partir de los años ‘50 forman parte de orquestas emblemáticas como Los Peniques, Los Caribes, Ritmo y Juventud, La Cubanacán y La Huambaly, conformando un escenario que dio forma a la bohemia de la época, y que años más tarde, fue el terreno fértil sobre el que se erigieron las hoy clásicas agrupaciones de sonoras y combos cumbiancheros, como la Sonora Palacios, la Sonora de Tommy Rey, Giolito y su Combo, entre otros.
Ricardo Barrios (trompetista de la Cubanacán, Los Caribes, Huambaly) Iván Díaz (Los Caribes), Juan Saravia (The Universal Orchesta de Juan Azúa), co-dirigidos por el percusionista Adelqui Silva (Cubanacán) y el trombonista Jaime Fredes (Rumba 8), son algunos de los cultores que alberga Los Rumberos del 900, una vitrina de imperdibles sones bailables e historias tropicalonas.
Luego de más de un año de compartir en sus ensayos, registrando y conversando con los músicos, ponemos a disposición de tiesos y cumbiancheros algunos de los tesoros ocultos tras esta fabulosa orquesta.
Jaime Fredes:
Destacado trombonista de la Universal Orchesta dirigida por Juan Azúa y de diversas orquestas televisivas de los años ’80, hoy dirige a Los Rumberos del 900 con el objetivo de mantener vivo el boom tropical de los ’50, con especial énfasis en las orquestas tropicales exitosas de la época, como la Huambaly, la Ritmo y Juventud, Los Peniques, la Cubanacán, para “mantenerse bailable a la antigua”, como señala en una de las entrevistas que realizamos en el siguiente video:
Jaime Fredes_Rumberos del 900 (tiesosperocumbiancheros) from Tiesospero cumbiancheros on Vimeo.
Fue percusionista de la Orquesta Cubanacán, testigo del carisma de Pachuco y de su público tieso pero cumbianchero, que bailó y gritó al ritmo de “El Africano”, recorriendo destacados escenarios locales, regionales e intercontinentales (Europa, Australia y Canadá), con dicha orquesta.
Protagonista vivo de la escena nocturna santiaguina durante su “época de oro”, y de la noche “TIFA”, en pleno toque de queda de la dictadura de Pinochet, tiempo en el que junto a La Cubanacán, alcanza gran notoriedad en el ambiente cumbianchero, presentándose 3 veces en el Festival de Viña del Mar con éxitos como “Abusadora”, “No metas la mano” y el infaltable “El Africano”.
Hoy es el co-director de Los Rumberos del 900, además de estar a cargo de las percusiones, y darle todo el sabor a este repertorio bailable con su batería y timbales.
Fue trompetista de las más importantes orquestas tropicales de la antigua bohemia santaguina. En 1956 integra la Orquesta Cubanacán, tocando principalmente mambos y cha cha chá, con clara influencia de la Orquesta de Dámaso Pérez Prado (que estuvo en Chile por primera vez en 1952) incorporando más adelante algunos ritmos cumbiancheros, como por ejemplo “La pollera amarilla” del venezolano Tulio Enrique León. Integra como tercera trompeta a la Orquesta Huambaly, cuando ésta regresa de su primera gira europea, y en 1964 comienza a tocar con Los Bronces de Monterrey, orquesta dirigida por el maestro Juan Azúa, cuyo repertorio constaba fundamentalmente de cumbias.
Hoy es la primera trompeta de Los Rumberos del 900, donde luego de una vasta trayectoria como músico en distintas agrupaciones tropicales del país, se reencuentra con muchos de quienes fueron sus compañeros, haciendo bailar a más de 3 generaciones de chilenos.
Fue bongosero de Los Caribes, primera orquesta chilena en participar en una película internacional: “Venga a bailar el rock” (Buenos Aires, 1957) donde presentan su repertorio, con blusones de mangas arrepolladas en cuadrilles, y coreografías al ritmo del jazz bailable y de la música tropical.
Por no haber recibido aun el reconocimiento que se merece, resulta fundamental destacar su contribución al desarrollo de la música afroamericana en Chile, en tiempos en que la bohemia santiaguina hacía esfuerzos por blanquear su propuesta de música tropical. Iván Díaz es uno de los primeros cultores locales en incorporar ritmos y espectáculos inspirados en la tradición afrocubana, con montajes de tambores batá y bailes exóticos de inspiración yoruba, así como de ensambles de percusión con baterías, tumbadoras y bongó (junto a un joven Giolito que a poco andar será parte fundamental del desarrollo cumbianchero a nivel local).
Hoy, a sus 80 años, como uno de los fundadores de la orquesta, se luce en Los Rumberos del 900 con su bongó, y la cadencia del huiro y la campana, dándole el toque sabrosón a cada una de las canciones y melodías bailables de esta gran orquesta.
Resistencia al olvido:
Como proyecto musical y cultural, Los Rumberos del 900 tiene el valor de dar nueva vida a cultores que hasta hace unos años estaban en su mayoría fuera del circuito musical. Tropicalones de entre 60 y 85 años de edad que encuentran acá el espacio para continuar desarrollando su práctica musical, reviviendo el repertorio de sus distintas orquestas de origen, en una sola agrupación que aglutina mucho más que sus talentos y saberes musicales: la memoria viva de la antigua bohemia de los años ´50 y ´60.
La tradición de las orquestas bailables de música tropical, por su vinculación con el mundo de la noche y la bohemia, han estado largamente ocultas en la memoria de sus públicos, cultores, locatarios, productores, testigos fotográficos y periodísticos, sin lograr aun el debido reconocimiento patrimonial de su aporte y legado al desarrollo de la música popular nacional, aspecto que Los Rumberos del 900 reviven y visibilizan cada semana en sus ensayos y “espectáculos dorados” en vivo.
En palabras de su director:
“Ellos siguen luchando por sonar como sonaban en aquellos tiempos, lo que es sumamente valioso, pues en esos años prácticamente no había academias. Son músicos de alma, dados de la tierra, ellos nacieron músicos, innatos, genuinos, y lo serán hasta el día de su muerte. Les brota la facilidad para interpretar, les brota del cuerpo. Ellos han luchado toda su vida, pero han sido maltratados como artistas. Nunca han contado con previsión, reconocimientos o apoyos. Siempre han vivido a sobresaltos por sus necesidades económicas, pero no han dejado de ser lo que son: músicos de corazón y cultores de alegría” (Jaime Fredes, 2011)
La vuelta a la antigua bohemia: los años dorados
El impacto de esta orquesta está en su capacidad de evocar la memoria emotiva, festiva y musical de una generación que hoy ha incrementado su promedio de vida, pero que ha quedado relegada de las transformaciones tecnológicas y culturales de las últimas décadas.
Mediante montajes de época, Los Rumberos del 900 han permitido a nuestros abuelos y abuelas revivir sus años de juventud desde su actual “vejentud”, conectarse con su época dorada y re-encantarse con su cotidianeidad, la que es vestida de gala por el instante en el que participan de este montaje de época.
La práctica musical de esta orquesta traspasa la bohemia y se instala como una actividad familiar que aglutina a varias generaciones con su estilo peculiar de diversión y alegría. Los Rumberos del 900 se han consolidado como una escuela, traspasando sus saberes a nuevos músicos que integran la agrupación, aprendiendo de sus cultores mayores, de su experiencia musical y de vida. El diálogo inter-generacional que este colectivo se amplía así tanto hacia quienes, siendo músicos jóvenes, se integran al proyecto, como también, mediante su participación dentro del actual circuito de bandas emergentes de cumbia chilena y música tropical.
Con Los Rumberos del 900, el repertorio tropical orquestado local sigue vivo, nutriendo e inspirando a las nuevas generaciones en las que desde hace algunos años vuelve a hacer eco, tal como en el público local y la industria musical. Conocerlos y entrevistarlos es un verdadero viaje en el tiempo, con la calidad y estilo de época que los caracteriza.
¡Invitamos a Tiesos y cumbiancheros a disfrutarlos!
Otros rumberos:
Luis Muñoz: Saxo Alto, Los Banana 5
Eduardo Guzmán: Saxo Barítono, Giolito y su combo.
Oscar Moya: Saxo Alto, Orquesta Los Peniques
Héctor “Parkímetro” Briceño: Trombón, Orquestas televisivas.
Leonardo Romo: Piano, Orquesta Cubanacán.
Marcos Castillo: Trombón, Orquestas televisivas.
Alejandro Muñoz: Bajo y contrabajo, Orquesta Cubanacán
Juan Saravia: Cantante, The Universal Orchesta de Juan Azúa.
Marcela Cardemil: Tumbadoras, Las Evas, siendo una de las pocas mujeres de la escena tropical y cumbianchera.
Ximena Duque: Cantante, Las Evas y The Universal Orchesta de Juan Azúa, destacada por ser una de las pocas mujeres de la escena tropical y cumbianchera.
Ocasionalmente Los Rumberos del 900 cuentan con la colaboración del maestro Valentín Trujillo, del destacado músico Carmelo Bustos (ex Huambaly) y de la vedette Beatriz Alegret.
Donde se presentan este fin de semana? ?