Juan “Chocolate” Rodríguez

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Nos encontramos de sorpresa con Juan “Chocolate” Rodríguez en un ensayo de Los Rumberos del 900, cuando preparaban el concierto que realizarían en Sala Estudio Master, de Radio Universidad de Chile el 17 de  enero de 2012, junto a Camaleón Landaéz y Amparito Jiménez, bajo la producción del programa radial Estación Aeropuerto, conducido por el periodista Pablo Dintrans.

Lo vimos cantar, bailar y gozar en vivo y en directo en dicho concierto, pero también fuimos testigos de sus sabrosones cantos en el gran escenario de la Casa de la Cultura de Ñuñoa, el sábado 29 de enero, ahora con terno engalanado de brillantes y lentejuelas, como a la antigua. En esta ocasión también se presentó juntó a Los Rumberos del 900 pero además, el maestro Valentín Trujillo, a quien habría conocido en aquellos dorados años de su juventud, lo acompañó al piano.

Juan «Chocolate» Rodríguez en concierto con Los Rumberos del 900, enero 2012. Foto: Tiesos pero cumbiancheros

Conversamos con él después de un ensayo de Los Rumberos y nos habló de su trayectoria tropicalona, pero también sobre su vida y su opinión sobre la situación de la música tropical en Chile.

Aunque Juan Rodríguez está acostumbrado a que lo confundan con cubano o colombiano, lo cierto es que nació en Tocopilla, hijo de mestiza y nieto de caboverdiano.

“Todos creen, por el color mío, creen que soy de afuera pero mamá era la mestiza, de papá portugués  y mamá chilena. Él era de la Isla de Cabo Verde, de Portugal.»

Su voz, su ritmo y su color de chocolate le dieron las condiciones de sobra para ser crooner de orquesta tropical. Comenzó muy pequeño, integrando una orquesta cubana, donde cantaba y tocaba tumbadoras.

En 1957 la Orquesta Cubanacán descubre su talento: en una gira al norte cruza su camino con este pequeño sabrosón, justo en un momento en el que la orquesta se había quedado sin cantante (Kimbo Martínez). Deleitados con su voz, deciden llevárselo a Santiago, no sin antes pedirle permiso a su mamá, puesto que Chocolate para ese entonces tenía sólo 14 años.

Una vez en Santiago, antes de grabar, la Orquesta Ritmo y Juventud lo contacta y le hace una propuesta con mayores horizontes, por lo que Chocolate se decide por esta última y, en su reemplazo, se integra a la Cubanacán Roberto “Pachuco” Fonseca. Así, desde 1958 es parte de la Orquesta Ritmo y Juventud como cantante, destacándose por su ritmo y su sabor. Sobre esa época cuenta:

“Las orquestas de antes tocaban de todo, tropical y jazz, entonces las sonoridades de las orquestas de acá eran muy dúctil, tocaban de todo, que otros músicos de afuera no lo pueden hacer (…) Se tocaba jazz igual que como se tocaba en Estados Unidos. La Huambaly tocaba más jazz, la Ritmo y Juventud, más tropical. (…) Había cualquier cantidad de trabajo, estaba lleno de locales, el Goyescas, el Nuria, el Waldorf y las orquestas famosas siempre estaban en esos locales. La casa de la Huambaly y Ritmo y Juventud era el Nuria, que quedaba en Agustinas.”

Casino de Viña del Mar

Goyescas

Cuando le preguntamos por cuál considera que ha sido el mejor momento de la música en Chile, recuerda con alegría la década de los cincuentas y los sesentas, cuando las orquestas tropicales acompañaban diariamente la vida nocturna santiaguina, escenario súbitamente interrumpido con el golpe militar de 1973.

“Los años 57 al 72 por ahí, pero después ya no. No pasó nada. Ya los músicos ya no tenían trabajo, con el toque de queda murió la música, entonces los que éramos más conocidos teníamos trabajo, y los que no, no.”

Después de su paso por la Orquesta Ritmo y Juventud, trabajó durante 16 años en el Casino de Viña del Mar. Sin embargo, después del golpe de Estado, debió buscar otras fuentes laborales que le dieran mejores posibilidades de ingreso, puesto que con el toque de queda se cerraron los locales y la vida nocturna cambió radicalmente:

“Cuando estaba la UP había más trabajo para los músicos, y más bailarín también. Cuando llegaron los militares se terminó todo eso. Decía Pinocho ‘¿para qué los músicos?’ entonces el arte no lo cuidaba para nada (…) Cuando bajó esto, no se podía… porque Viña de por sí es caro, entonces tuve que venirme al Hotel Sheraton, porque  había algunos amigos míos ahí. Después estuve en el Hotel Crowne Plaza. Ahí me las arreglaba yo.”

A pesar de las consecuencias que la dictadura tuvo para el trabajo de los artistas, Chocolate Rodríguez prefiere no entrometerse en política, manifestando que lo único por lo cual se abandera es por la música:

“Bueno el músico no debe ser de política, debe ser apolítico, porque uno ama tanto la música…. Nunca fui de partido, conozco sí gente de partidos, pero yo amo la música no más y voy a morir amando la música no más.”

Durante los setentas y ochentas, además  de trabajar en hoteles y casinos, integró importantes orquestas televisivas, destacándose principalmente en programas como:

“Sábados Gigantes, Baila Domingo con Juan La Rivera, y ahí cantaba yo todos los temas. Resulta que después no grabé más, y los grabaron otras orquestas y se fueron para arriba, como Los Vikings 5 con  ‘Boquita de Caramelo’… los escuchaban ellos y corrían a grabar.”

Chocolate tuvo un rol muy importante en la difusión de la música tropical en Chile, dando a conocer repertorio de otras latitudes, haciendo bailar a chilenos y chilenas, y sobre todo, entregando la alegría que se necesita para vivir y que la música tropical regala.

Juan Chocolate Rodríguez junto a Los Rumberos del 900, enero 2012. Foto: Tiesos pero cumbiancheros.

La cumbia y el baile

Le preguntamos respecto a la llegada de la cumbia a Chile, sobre sus primeros cultores y la relación que los chilenos y chilenas tenemos con el baile. Sobre eso nos contó:

“Acá se tocaba primero mucha cumbia colombiana, el 56, 57, ya se tocaba mucha cumbia colombiana, pero también estaban los Palacios solitos”.

En su juventud conoció a Amparito Jiménez y a Luisín Landáez, y sobre éste último nos dijo:

“Él trajo la cumbia venezolana, no la cumbia folclórica. La cumbia me gusta pero soy más salsero, me gusta más la salsa, porque es más moderna, y para cantar uno juega más, improvisa más. La cumbia está ahí no más, es más pareja.”

A diferencia de otros, no cree que los chilenos seamos malos para bailar, sino que la simplicidad del ritmo y de la cadencia de la cumbia se ha traducido también en su baile:

“Antes acá se bailaba de todo, el bailarín si le tocaban un rock and roll sabía lo que era bailar un rock and roll, merengue, todas esas cosas las sabía bailar bien pero como quedó la cumbia, después como que se perdió. Antiguamente se bailaba muy bien. Había competencias en el Caupolicán, para el día de los músicos, Santa Cecilia, se llenaba (…) y ahora recién está entrando la salsa, que es parecida a la guaracha, que tiene más movimiento, se hace más coreografía.”

Chocolate junto a Los Rumberos del 900 en Sala Master, enero 2012. Foto: Tiesos pero cumbiancheros

 

Su hijo Juan David y Los Rumberos del 900

Padre del cantante Juan David, quien comenzó su carrera en el antiguo programa de talentos «Rojo Fama contra Fama» conducido por Rafael Araneda, le inculcó su talento, pero también los valores de la humildad y el esfuerzo. Gracias a sus enseñanzas, en el último tiempo era Juan David quien le daba trabajo a su padre a través de su propia productora.

“Mi hijo es artista, Juan David, de Rojo.  Y él tiene su productora, y él me da pega a mí en el casino Monticello.”

Como muchos otros artistas de la escena tropical, Chocolate manifiesta su decepción por el poco reconocimiento y valoración que existe en nuestro país hacia la música nacional, la cual considera ha sido postergada a pesar de la calidad de sus músicos.

“Los artistas más los de afuera, siendo que acá siempre hubo cantantes buenos.”

Los Rumberos del 900 ensayando junto a Chocolate, enero 2012. Foto: Tiesos pero cumbiancheros

Nos contó que cuando la Orquesta de Los Rumberos del 900 (en su trabajo por relevar la época de oro, y especialmente, a los músicos que hicieron bailar en esa época) lo invitan a cantar con ellos, en un principio no quiso, principalmente porque había dado por cerrada esa época, y revivir la nostalgia le era un poco doloroso.

“No quería vivir del recuerdo, pero ¿qué es lo más lindo?, que canten la música que yo cantaba.”

Como tocaban su misma música, la de sus recuerdos más vivos y la que lo posicionó como un gran crooner en su juventud, se decidió por integrarse a la orquesta a revivir esta época dorada de la bohemia chilena.

Tiesos pero cumbiancheros (que no nos pille el bodeguero!)

Como colectiva de investigación hemos centrado este trabajo de reconstrucción de la historia social y musical de la cumbia chilena, en la voz de los propios cultores. Son ellos los protagonistas de esta historia, quienes vivieron la llegada, arraigo y chilenización de la cumbia en nuestro país. Es de ellos la voz oficial de cada relato, de cada biografía, de cada anécdota y cada canción. Los cultores son quienes nos motivan a indagar en esta historia, son quienes nos llevan a caminos nuevos e inéditos (que no están en los libros ni artículos musicológicos ni historiográficos) que abren nuevas preguntas y llenan de música la historia de nuestro país y continente.

Varios han partido, muchos de los cuales se fueron con sus relatos y sus verdades. Pero a  Chocolate lo alcanzamos en vida, bailamos al ritmo de sus improvisaciones vocales, nos reímos junto a él con sus chistes y anécdotas, pero especialmente escuchamos de su propia voz parte de su historia y de la historia de la música tropical en Chile.

Su partida nos deja tristes, especialmente por lo apresurada e ingrata manera en que ocurrió. Pero también nos da la fuerza, la motivación y la convicción para seguir desemarañando los hilos con que se han tejido los caminos de la cumbia.

Esta nota fue escrita en base a la entrevista realizada a Chocolate Rodríguez el día 25 de enero de 2012, por la Colectiva de Investigación Tiesos pero cumbiancheros.