Escarbando en sus memorias tropicales, entrevistamos al destacado trompetista Ricardo Barrios para que nos relatara algunos de los pasajes y particularidades de la escena musical que conforma la antesala de la “cumbia chilena”, de la cual fue parte protagónica, integrando diversas orquestas de la época de oro de la bohemia capitalina y nacional.
“El ‘56, 1956, con la Orquesta Cubanacán. Yo venía saliendo de militar, me había retirado y empecé a trabajar ahí en el Zepelín, en la calle Bandera. Había re harto, como 4 o 5 boites, todo esto eran orquestas y típicas, y aparte show folclórico. Ahí en Bandera antes de llegar a Mapocho y se juntaban ahí.”
El repertorio de entonces estaba integrado principalmente por mambos y cha cha chás, claramente influenciados por la Orquesta de Dámaso Pérez Prado, “el Rey del Mambo”, que estuvo de gira en Chile en 1952.
Sin embargo, más adelante también incorporará cumbias a su repertorio, destacando la reconocida canción “La pollera amarilla” del venezolano Tulio Enrique León, que a finales de la década del ´90 fue recuperada por Chico Trujillo, banda pionera en la emergencia de lo que hoy se reconoce como “nueva cumbia chilena”.
Su amplia trayectoria musical lo llevó a integrar la Orquesta Huambaly como tercera trompeta, cuando ésta regresaba de su primera gira europea que maravilló a músicos locales e internacionales. Junto a esta orquesta participó en el Festival de Viña el año ’61, ocasión en la cual concursaron con una canción de Humberto Lozán.
Permaneció en la Huambaly hasta que el año 1964 pasa a integrar las filas de Los Bronces de Monterrey, dirigida por el maestro Juan Azúa. Este hecho resulta fundamental, pues consolida la vinculación entre Ricardo Barrios y la cumbia, ritmo que conformaba gran parte del repertorio de la agrupación, junto a otras sonoridades tropicales. Entre 1964 y 1965 tocó en el Casino de Viña junto a Silvio Ceballos, quien fue su representante.
Durante estos años además, Ricardo Barrios se sumerge por primera vez en el mundo de la televisión, trabajando en 1966 con la orquesta del programa Sábado Gigante del canal 13, con Lucho Barragán como director. En 1969, junto a Los Bronces del Monterrey tocó nuevamente en el canal 13, ahora en un programa conducido por el Pollo Fuentes.
Fiel a su espíritu itinerante de búsqueda de espacios musicales en los cuales desarrollarse y consolidar una posibilidad laboral estable, el año 1970 regresa a la Orquesta Huambaly como primera trompeta. En un formato más reducido y con nuevos integrantes, continúa cultivando en esta orquesta el estilo tropical-bailable que ha caracterizado desde un primer momento su práctica musical.
Una mirada de época
Como testigo privilegiado e itinerante de la vida nocturna de la antigua bohemia capitalina, Ricardo Barrios comparte con nosotras su particular mirada sobre esta escena nocturna:
“Mira, había público para todo el negocio. En el Nuria era un público más selecto, porque como era restaurant, había cena. En la cena se tocaba música suave y después venía el bailable (…) En algunas había bailarinas, pero por decir en el Nuria, no, era puro restaurant, puro bailable. En el Waldorf también, donde había bailarinas era… en el barrio Bandera ahí había bailarinas, ahí había más populacho… A parte del Zepelín, el Orleans, que estaba en San Pablo al llegar a… no me acuerdo bien. Pero había bastante.”
Así, pese a que los locales de la bohemia local ofrecían una verdadera vitrina de contradicciones sociales, las orquestas se presentaban en todos los escenarios, engalanando con su particular estética, contextos cuicones y populachos.
“Las orquestas eran todas uniformadas, nos mandábamos a hacer chaqueta, pantalón. Usábamos un vestón azul o rojo, con pantalón blanco, zapatos blancos, era todo bien estricto. Nosotros Los Bronces de Monterrey teníamos también varias tenidas de actuación. Y todos teníamos que llegar con zapatos negros, calcetines negros, el que llegaba tarde o no llegaba con calcetines, tenía multa, nos cobrábamos multa. Había un orden y ahora no existe eso, muy poco.”
Los bailes, aun poco transversales en la sociedad chilena, eran comunes en estos locales, que no sólo eran boites y restaurantes, sino también teatros y quintas de recreo, atrayendo a los llamados filóricos (aficionados al baile) a concursar por su capacidad interpretativa, al tiempo que también las propias orquestas competían por su calidad y sonido. Ricardo Barrios recuerda estos encuentros en el Teatro Caupolicán, sobre los que relata:
“Siempre los días domingos, a veces en la semana. Y se hacía campeonato de baile, pongámosle tango, de tropical y de rock and roll, que estaba pegando ya. Eran festivales de orquestas, no era de baile, actuación de orquesta, pongámosle, se daban media hora.”
Por esos años, si bien Santiago como ciudad capital era el centro de la emergente industria musical donde se desarrollaban estas orquestas tropicales, no fue la única ciudad testigo de la bohemia y la proliferación de estas orquestas:
“Uuuy Valparaíso, allá había harto trabajo, aparte de los baños parques, para el lado del puerto había un negocio de rock and roll, en Viña estaba las Tinajas, aparte del Casino, La Rueda, en La Rueda estuvo Pérez Prado, era un negocio chico.”
La bestia negra de la bohemia tropical y la emergencia de un nuevo espacio
A partir de la violenta irrupción del Golpe Militar de 1973, y como consecuencia del toque de queda impuesto por el régimen dictatorial de Pinochet, la vida nocturna y las celebraciones en espacios públicos quedan prohibidas. La noche queda reducida a una escasa circulación, la TIFA, tarjeta que militares y sus familiares adherentes al régimen utilizaban como salvoconductos para sortear las prohibiciones y represiones que afectaban al resto de la población chilena.
Los músicos no identificados con la UP, como es el caso de Ricardo Barrios, encontraron en la TV un espacio y un público radicalmente distinto, que aceptó rápidamente esta otra realidad que a través de lo tropical, exotizaba y trivializaba las aberraciones de la dictadura.
Durante estos años Ricardo Barios trabajó en el programa «Éxito» del canal 13, conducido por el Pollo Fuentes y dirigido por Alfredo La Madrid, junto a la Orquesta de Juan Azúa. Asimismo tocó muchos años en TVN junto a Horacio Saavedra, trabajo que continuó realizando hasta el año 1998.
Los nuevos tiempos: el resurgimiento de la tradición de las orquestas bailables en la nueva escena musical
Ricardo Barrios es hoy la primera trompeta de Los Rumberos del 900, donde se reencuentra con muchos de quienes fueron sus compañeros de antaño, haciendo bailar a más de 3 generaciones de chilenos. Se siente afortunado pese a la compleja situación actual respecto a las posibilidades laborales como músico:
“Había trabajo para todos. Ahora los tiempos han cambiado, ahora estoy yo, ‘¿con quién trabajai tú? con si me llaman voy’. Ahora mañana voy con Los Galos al Casino de Temuco, Valdivia, Puerto Varas. Yo trabajo con Los Ramblers, con ellos, Los Ramblers pura balada y rock y twist. El ‘95 tuve la suerte de ir a Nueva York, Nueva Jersey, Miami, con Los Ramblers. Esa es la cosa buena que te da… trabajar en la música, te contratan y te pagan, más encima…”
Además de las muchas orquestas donde ha participado, hoy se ha convertido en el chiche favorito de uno de los referentes centrales de la llamada «nueva cumbia chilena»: desde septiembre de 2011 Chico Trujillo lo ha hecho parte de algunos de sus conciertos, invitándolo a lucirse con su trompeta en sentidos boleros, rememorando la época de oro de la bohemia chilena desde la concreta práctica de la música en vivo.
Esta reseña ha sido escrita en base a la entrevista realizada a Ricardo Barrios los días 23 y 30 marzo 2011, Santiago, además de además de conversaciones informales y visitas a los ensayos de Los Rumberos del 900 durante 2010 y 2011.
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