Tras la huella de Luisín: Segunda Parte

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En los años 60, el músico venezolano Luisín Landáez se hizo conocido en nuestro país por haber instalado verdaderos clásicos cumbiancheros como “La Piragua”, “El Tiburón”, “La banda borracha” y “Los Cien años de Macondo”, pero hasta la fecha, poco sabemos de su historia. Y aunque hace unos años tuvimos la posibilidad de seguirle la pista en su Venezuela natal, indagando memorias radiofónicas, festivas, familiares y territoriales entre Caracas e Higuerote, su trayectoria sigue siendo un trazado por contarse.

Este artículo de Cristóbal González Lorca, explora los trazos de la biografía de este rey cumbianchero, junto al hijo de Luisín, “Camaleón” Landáez, “el chileno con más flow”, y su madre, Verónica Lorca, quien junto a su padre, Fernando Lorca, compartiera en vida algunos pasajes de sus primeros pasos y arraigo en Chile.

Me contaron los abuelos hace tiempo

Por: Cristóbal González

Luisín nació en la ciudad balneario de Higuerote, en el estado de Miranda, el año 1931. De niño viajó con su familia hasta Caracas, la capital venezolana, donde comenzó, siendo muy joven, a cantar en bares y plazas. El éxito en un concurso de radio Continente le permitió integrarse a los circuitos de la música a los 21 años.

Junto con su trabajo en radio, Luisín fue cantante de importantes orquestas venezolanas, como ha rastreado la Colectiva Tiesos pero Cumbiancheros, entre las que destaca la Billo’s Caracas Boys. Grabó y se presentó junto a ésta y otras orquestas, y también como solista, en los más prestigiosos hoteles caraqueños, como el Hotel Tamanaco, compartiendo escenario con grandes figuras: Benny Moré, Agustín Lara, Marianito Mores, Tito Puente e incluso Nat King Cole.

 


Luisín Landáez junto a la Billo’s Caracas Boys. «El disco rayado» en Canto a Caracas (1960-1961)

A partir de 1960 -e inspirado en los grandes cantantes con los que compartió escenario- Luisín realizó giras por Colombia, Panamá, Ecuador y Perú. A Chile llegó por primera vez en julio de 1962, el año del mundial, invitado por la compañía de espectáculos «Bim Bam Bum», del Teatro Ópera. Su contrato decía «8 días», pero se quedó más tiempo, comprobando como los ritmos y el repertorio latino que traía desde Venezuela, funcionaban bien en Santiago, algo que con el tiempo sería aún más fuerte. Al respecto, le dijo Luisín hace algunos años a Emol: «El chileno es muy tímido, sí, pero eso se ha superado. Cuando llegué aquí la gente bailaba tiesa. Ahora ya están sueltos de cintura, tanto el hombre como la mujer. Antes, la gente ni sabía quién era Rubén Blades», comentó.

Luego de su primera incursión por el cono sur, el cantante volvió a su país con el objetivo de organizar su venida definitiva a Chile; tenía en mente radicarse o, al menos, pasar temporadas más largas en nuestras tierras.

Es en ese momento cuando Luisín y mi abuelo materno cruzaron sus vidas. Mi abuelo, Fernando Lorca, fue diplomático de carrera y en el año 1964 trabajaba en la Embajada de Chile, en Caracas. Allí, en su calidad de Ministro Consejero, gestionó la ayuda necesaria para que Luisín pudiese venirse a Chile definitivamente. “Mi padre y también el tuyo [Fernando González] vieron a Luisín Landáez cantar en vivo, en Venezuela, me parece que fue en el Hotel Caracas Hilton, con la Billo’s Caracas Boys y lo conocieron personalmente”, nos comenta mi madre, Verónica Lorca. “Yo también lo conocí, él fue a mi casa, varias veces. Luisín era una persona muy humilde, muy educado, muy entretenido; como yo le tengo mucho cariño a la música, para mí era algo muy grande en ese momento, poder estar con una persona, un artista que se le quería tanto, que tenía tanto éxito en Venezuela, que él estuviera almorzando o comiendo con nosotros en nuestra casa”, recordaba.

“Luisín estuvo en la Embajada de Chile, para poder conseguir el permiso para poder venirse a trabajar acá. Mi papá siempre tuvo mucho cariño y preocupación por los extranjeros que querían venirse a Chile, siempre hizo ese tipo de amistades. Luisín, la verdad, no tenía en ese momento los medios para venirse; yo sé que mi papá lo ayudó logísticamente y que le brindó apoyo para que llegara aquí con su visa, para poder desempeñarse”, me comentó orgullosa mi madre.

En 1964 —ya instalado en Chile – Luisín Landáez grabó su primer disco en el país: “Las cumbias de Luisín” (1964), un álbum editado por RCA, en el que incluyó por supuesto «La Piragua» y “La Banda Borracha», además de temas propios. Un impulso importante, para que, con los años, la cumbia se convirtiera en el ritmo tropical más popular de Chile. Ambos temas fueron sucedidos después por su otro gran éxito: “Los Cien años de Macondo”, tema revivido en los años 90 por el grupo de pop-rock Sexual Democracia, junto al propio Luisín.

“Es importante considerar también a Miguel Barriga de Sexual Democracia”, dijo en una entrevista el periodista de cultura Mauricio Jurguensen, “porque en este contexto que uno habla de la Nueva Cumbia, me parece justo e interesante que Miguel le hiciera un homenaje a un músico que, en rigor, fue el que grabó la cumbia, primero que nadie: Luisín Lándáez”, señaló. Aunque sabemos que en Chile ya se estaban haciendo las primeras grabaciones cumbieras.

Efectivamente, Luisín fue un pionero de la cumbia en Chile y un artista muy arraigado y comprometido con nuestro país. En la comuna de Salamanca hay una villa y una sede social que llevan su nombre, como reconocimiento a un gesto que tuvo Luisín para un terremoto que afectó la zona, generando shows en Santiago en apoyo, y logrando donar una importante cantidad de viviendas a la comuna. “Es muy emocionante ver que tiene su nombre la villa”, nos comentó su hijo, el también músico “Camaleón” Lández. “Me emociona saber que en esa época mi papá movió un Caupolicán, que donó 15 casas, es algo que me encantaría hacer a mí quizás, para poder ayudar a la gente que está damnificada por los incendios”, reflexionó “Camaleón” sobre la querida figura de su padre en nuestro encuentro.

De izq. a da.: Cristóbal González, Verónica Lorca y Camaleón Landáez. Jueves 4 de marzo de 2021. Ñuñoa, Santiago de Chile.

De izq. a da.: Cristóbal González, Verónica Lorca y Camaleón Landáez. Jueves 4 de marzo de 2021. Ñuñoa, Santiago de Chile.

“A mí siempre me gustó mucho Luisín Landaez”, nos decía mi madre, al recordar al querido cantor cumbiero venezolano. “Yo siento alegría, siento una gran emoción por lo que hizo mi padre por él y me alegro mucho que, a Luisín Landáez le haya ido tan bien acá en Chile y que su hijo, Camaleón, también haga carrera en la música, acá”.

Camaléon, por su lado, me ha dicho que también valora profundamente esta historia entre mi familia y su padre, y la posibilidad que tenemos hoy de juntarnos, de recordar, conmemorar y celebrar estas instancias históricas de colaboración y de intercambio cultural, que ayudan a que la música circule y se desarrolle. Ambos esperamos desarrollar proyectos nuevos cumbieros y fusionados, juntos, en el futuro.

Camaleón Landaez. Jueves 4 de marzo de 2021. Ñuñoa, Santiago de Chile

Personalmente, me genera un profundo orgullo saber que mi abuelo colaboró con el establecimiento de su padre, Luisín Landáez, en Chile, y que fue, por ende, un colaborador indirecto, si se quiere, en el desarrollo de la cumbia en el país. No deja de tener un hermoso significado para mi, hoy, pensando en mi trabajo como mánager de Santaferia, uno de los grupos más populares del país, cultores del mismo y noble género musical que mi abuelo, sin saberlo, ayudó a posicionar en Chile: La Cumbia.

 

Fuentes:
www.musicapopular.cl/artista/luisin-landaez
www.puroperiodismo.cl/mauricio-jurgensen-y-la-experiencia-de-convertir-el-programa-radial-dulce-patria-en-un-libro/
“Música popular chilena. 20 años”, Álvaro Godoy y Juan Pablo González, 1995. División de Cultura del Ministerio de Educación. Disponible en: www.memoriachilena.gob.cl/archivos2/pdfs/MC0056809.pdf)